Santo del 22 de agosto
Conozca la Historia y la Devoción
El día 22 de agosto, la Iglesia Católica celebra la vida y el legado de santos y beatos que marcaron la historia de la fe con su ejemplo de amor a Dios y al prójimo. En esta fecha especial, recordamos su trayectoria, milagros y enseñanzas, que continúan inspirando a los fieles en todo el mundo.
Acompáñenos a conocer la historia del Santo del 22 de agosto, descubra sus virtudes y profundice en la espiritualidad cristiana a través de oraciones y reflexiones. ¡Que su testimonio de fe fortalezca nuestro camino diario!
Confundido con el homónimo y más conocido discípulo de S. Pablo, de Timoteo mártir en Roma en la vía Ostiense se tienen pocas pruebas históricas. Un relato tomado de los “Hechos de Silvestre Papa” lo describe como ferviente anunciador del Evangelio, a quien el prefecto Tarquinio mandó a matar.
Hijo del noble Fausto, Sinforiano fue educado en la fe cristiana. Vivió en la ciudad de Autún, bajo la dominación de la Roma pagana. En una fiesta de Cibeles, en vez de rendir honor a la diosa de la Madre Tierra, prefirió confesar su fe en Cristo y por eso fue encarcelado. Murió como mártir en 257.
Felipe entró con las Siervos de María como laico y durante 5 años hizo los servicios mas humildes. Luego fue consagrado sacerdote y maestro de novicios. En 1267 fue Prior General y gran propagador de la Orden. Escribió su Constitución. Murió en Todi en 1285 y fue canonizado en 1671 por Clemente X.
Calendario Litúrgico
22 de agosto: Memoria de Nuestra Señora María Reina
Memorial
Lecturas y Evangelio de hoy
Primera lectura :
Rut 1, 1. 3-8. 14-16. 22
Aclamación antes del Evangelio:
Salmo 24, 4. 5
Evangelio:
Mateo 22, 34-40
Color litúrgico: White
Reflexión
Tú me preguntas por qué razón y con qué método o medida debe ser amado Dios. Yo contesto: la razón para amar a Dios es Dios; el método y la medida es amarle sin método ni medida (San Bernardo)
Nada debe anteponerse al servicio de Dios. Tal “sometimiento” a Dios no es destructivo de la criatura. La creación está configurada de tal manera que invita a esta adoración. El ritmo de nuestra vida sólo vibra correctamente si está imbuido por esta fuerza (Benedicto XVI)
(...) La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.097)