Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y cardenal

s. Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y cardenal - Santo del día 04 de noviembre

Santo del 04 de noviembre

Cardenal a solo 22 años, Carlos, hijo de una familia lombarda del siglo XVI, era un joven amante de la vida mundana; pero tras la muerte de su hermano descubrió el amor de Dios. Convenció al Papa a reiniciar el Concilio de Trento, y como obispo fue un impulsor de la caridad para todos.  
s. Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y cardenal

Quienes se encuentran a orillas del Lago Mayor, la ven inmediatamente: es la estatua de san Carlos Borromeo que domina las aguas de Arona. De treinta y cinco metros de altura, incluyendo la base, construida en el siglo XVII, la escultura representa al Arzobispo de Milán en el momento de bendecir al pueblo. Pero este monumento tiene una particularidad: se puede visitar desde dentro gracias a una larga escalera. Desde lo alto se puede admirar el espléndido panorama a través de dos orificios hechos justo en correspondencia con los ojos de la estatua. Y aquí está la enseñanza que dejó este santo: mirar al mundo con los ojos de la caridad y de la humildad de Cristo, del Buen Pastor, como hizo él.

De "obispo precoz" a "gigante de la santidad"

Carlos nació el 2 de octubre de 1538 en Arona, en el seno de la rica, noble y muy influyente familia Borromeo. Fue el segundo hijo de Gilberto y Margarita y, a tan sólo 12 años recibió el título de "Comendador" de una Abadía benedictina local. El título honorífico le reportó una renta considerable, pero ya desde entonces Carlos decidió dedicar sus bienes a obras de caridad hacia los pobres. A los 22 años su tío, el Papa Pio IV lo nombró cardenal, y pocos años después también fue nombrado obispo y arzobispo a una edad insólita.

El Concilio de Trento

Estudió derecho canónico y derecho civil en Pavía y en 1559, a la edad de 21 años, se convirtió en doctor in utroque jure. Unos años después murió su hermano mayor Federico. Muchos le aconsejaron que dejara los encargos eclesiásticos para ocuparse mejor de los intereses de la familia. Carlos sintió en cambio que su vocación era la de servir a sus hermanos mediante el ministerio sacerdotal: en 1563, a la edad de 25 años, fue ordenado sacerdote e inmediatamente después consagrado obispo. Luego, con tal autoridad eclesiástica, participó con gran competencia en las etapas finales del Concilio de Trento (1562-1563), convirtiéndose en uno de los principales promotores de la llamada "Contrarreforma" y colaborando en la redacción del "Catecismo Tridentino".

Arzobispo de Milán a sólo 27 años de edad

Para poner inmediatamente en práctica las indicaciones del Concilio, que exigía que los Pastores residieran en sus respectivas diócesis, en 1565, a la edad de sólo 27 años, Carlos tomó posesión de la Arquidiócesis de Milán, de la que había sido nombrado Arzobispo. Su dedicación a la Iglesia Ambrosiana fue total: hizo tres visitas pastorales a todo el vastísimo territorio, organizándolo en distritos. Fundó seminarios para ayudar a reformar a los sacerdotes, construyó iglesias, escuelas, colegios, hospitales, estableció la Congregación de los Oblatos, sacerdotes seculares, y donó su patrimonio familiar a los pobres.

"Las almas se conquistan de rodillas"

Al mismo tiempo, Carlos se dedicó a unir la acción y la contemplación para reformar profundamente la Iglesia desde dentro. Después del cisma provocado por la Reforma luterana, la Iglesia católica se hallaba en un período particularmente crítico. El joven arzobispo no tuvo miedo de defender la Iglesia contra la interferencia de los poderosos, ni tampoco le faltó valor para renovar las estructuras eclesiales, sancionando y corrigiendo algunas de sus deficiencias. Consciente de que la reforma de la Iglesia, para ser creíble, debía partir precisamente del testimonio de sus Pastores, Borromeo animó a los sacerdotes, religiosos y diáconos a experimentar la fuerza de la oración y de la penitencia, transformando sus vidas en un verdadero camino de santidad. "Las almas", repetía a menudo, "se conquistan de rodillas".

"Que los pastores sean siervos de Dios y padres del pueblo"

Su intensa acción pastoral, profundamente estimulada por el amor de Cristo, no le ahorró hostilidades y resistencias. Los llamados "Humillados" -que se oponían a las reformas- organizaron un ataque armado contra él: le dispararon por la espalda con un arcabuz, mientras Carlos estaba recogido en oración. Por fortuna, el ataque fracasó y Carlos continuó su misión, porque "deseaba que los pastores fueran siervos de Dios y padres del pueblo, especialmente de los pobres" (Papa Francisco, Audiencia a la Comunidad del Pontificio Seminario Lombardo en Roma, 25.01.2016).

La peste de Milán

En la década de 1570, la plaga de la peste se extendió tanto que las ciudades de Venecia, Trento y Milán estaban doblegadas por la epidemia y la hambruna, y sólo podían contar con la ayuda de su arzobispo. Y Carlos no se amedrentó: fiel a su lema episcopal, "Humilitas", entre 1576 y 1577 suspendió las peregrinaciones y visitó, consoló y gastó todos sus bienes para ayudar a los enfermos. Su presencia entre la gente fue constante, hasta el punto de que el período histórico será recordado como el tiempo de la "peste de san Carlos" y siglos más tarde incluso Alejandro Manzoni hablará de ello en el capítulo XXXI de su famosa novela "Los Novios".

En peregrinación a la Sábana Santa

El arzobispo de Milán era muy devoto del Santo Sudario o Sábana Santa, y desempeñó un papel fundamental para que fuera trasladada de Francia a Italia. En efecto, para evitar que Borromeo, ya muy enfermo, tuviera que ir a Francia, fueron los Duques de Saboya, en 1578, quienes accedieron a transportar la Sábana Santa desde el Castillo de Chambéry, en Francia, a Turín, donde se halla desde entonces. De todos modos, Borromeo hizo una peregrinación a pie caminando durante cuatro días desde Milán hasta Turín, ayunando y rezando, para orar ante la imagen impresa en la Síndone.

El "Sepulcro" en la Catedral de Milán

Agotado por los grandes esfuerzos afrontados en sus duros viajes y por las diversas pruebas que tuvo que superar en su trabajo pastoral, poco a poco su físico comenzó a ceder y en noviembre de 1584 se rindió: Carlos murió a sólo 46 años, pero dejó un inmenso legado moral y espiritual. Fue beatificado en 1602 por Clemente VIII y luego canonizado en 1610 por Pablo V. Desde entonces, sus restos descansan en la cripta del Duomo de Milán, en un sepulcro cubierto con sutiles paneles de plata que retratan algunos episodios de su vida.

Santo del 04 de noviembre

Vivieron entre los siglos III y IV, Agrícola fue un cristiano en Bolonia y Vitale el sirviente que lo acompañó en su conversión. Perseguido por ser cristiano, Vitale fue el primero en ser arrestado y torturado a la vista de su amo, quien a su vez aceptó valientemente ser testigo del amor cristiano.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y cardenal, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y cardenal y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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