Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Catalina de Suecia, virgen, hija de s. Brígida

s. Catalina de Suecia, virgen, hija de s. Brígida - Santo del día 24 de marzo

Santo del 24 de marzo

Hija de s. Brígida, s. Catalina de Suecia, obligada por su padre, se casó con un noble. Sin embargo, se consagró a Dios y no consumó su matrimonio. La oración y la ascesis distinguieron su vida entrelazada con la de su madre. Primera abadesa del monasterio de Vadstena, murió el 24 de marzo de 1381.  
s. Catalina de Suecia, virgen, hija de s. Brígida

Sexta de ocho hijos de Brígida (s. Brígida de Suecia) y Ulf, Catalina nació en Suecia en 1331. Fue educada en las costumbres y preceptos de la Iglesia católica y educada en el amor cristiano al prójimo. Como testigo del proceso de canonización de su madre declaró: "Recuerdo cómo mi Madre me llevaba con mis hermanas, cuando iba a visitar los hospitales que había construido, y con sus propias manos, sin asco, bendaba sus heridas". En efecto, Brígida deseaba que sus hijos aprendieran a servir al Señor en los pobres y enfermos. Catalina creció en ese clima fuertemente evangélico. Pero todavía era una jovencita cuando su madre fue llamada a la corte sueca como institutriz de la joven esposa del rey Magnus Eriksson, Blanca de Namur. Catalina fue confiada, junto con su hermana Ingeborg, al monasterio cisterciense de Riseberga. Unos años más tarde, Brígida dejó Estocolmo debido a algunos desacuerdos con la familia real y porque estaba angustiada por la muerte de su hijo Gudmar, de sólo 11 años. Y como Brígida, deseaba profundizar en las raíces de su fe, se fue en peregrinación con su marido y Catalina esta vez fue acogida, para continuar sus estudios, en el convento dominicano de Skenninge con su hermana Cecilia. Esa vida itinerante en los conventos le hizo sufrir mucho por la falta de vida familiar normal.

De Suecia a Italia

Catalina tenía 14 años cuando su padre, regresando con su esposa de Santiago de Compostela, gravemente enfermo, decidió pasar los últimos años de su vida en el monasterio cisterciense de Alvastra. Pero deseaba ver a su hija casada y la obligó a casarse con Edgar von Kyren. Catalina, aunque se oponía a un matrimonio sin amor, a final de cuentas obedeció a sus padres. Pero luego supo obtener el acuerdo de su marido para consagrarse a Dios y hacer el voto de castidad. Y junto con él llevó un estilo de vida monástica de oración, ayuno y penitencia. Su modelo de vida fue el ejemplo de su madre Brígida que, tras la muerte de su marido Ulf, se había retirado a Alvastra donde había fundado un monasterio en Vadstena, unos años después. Catalina amaba y admiraba profundamente a su madre y, como ella, aspiraba a la santidad, pero, a diferencia de su madre, no tenía aún claro cómo podía servir a la Iglesia. En 1349 Brígida se fue a Roma para obtener la aprobación de su fundación en Vadstena y para instar al regreso del Papa de Avignon. Catalina se entristeció por esta partida, pero al año siguiente se unió a su madre con motivo del Año Santo, para responder a la invitación del Papa de visitar la tumba de Pedro y las otras grandes basílicas romanas para obtener indulgencias.

El período de inquietud

Mientras estaba en Roma, su marido Edgar murió, así que Catalina, por invitación de su madre, se quedó en Italia. Pero la nostalgia de Suecia no la dejaba y sufría la soledad y experimentaba la depresión. Brígida le prohíbió salir de casa sola porque la ciudad no era segura para una joven y hermosa sueca que atraía las miradas de la gente maliciosa. Catalina rechazó las nuevas propuestas de matrimonio de varios pretendientes. En algunas pinturas de la iconografia de los santos se representa frecuentemente a Catalina en compañía de un ciervo que la habría salvado de un violento pretendiente que quería secuestrarla, después de que ella lo habría rechazado. Para mantener alejados a los hombres malintencionados Catalina usaba ropa simple o gastada. Catalina seguía inquieta y atormentada por la ansiedad pues no sabía qué forma de vida debía seguir. Para entender la voluntad de Dios, rezó a la Virgen que, en un sueño, la invitó a obedecer a su madre. Desde entonces, Catalina apoyará todas las iniciativas de Brígida, y se dedicará total y amorosamente a realizarlas.

En misión con su madre Brígida y abadesa en Vadstena

De ese modo, junto con Brígida, Catalina se dedicó a la catequesis con las familias romanas nobles, hizo lo mejor que pudo en obras de caridad, abogó por la realización del proyecto de Vadstena e hizo peregrinaciones. Con Brígida, durante unos veinte años, vivió en Roma en una casa cerca de Campo de' Fiori, viviendo en la extrema pobreza una vida cotidiana llena de actividades pastorales, de oración y de rígida ascesis. El 23 de julio de 1373 Brígida murió. Su hija había pedido que sus restos mortales fueran sepultados en el monasterio de Vadstena. Después de un largo viaje, Catalina llegó allí el 4 de julio del año siguiente y allí decidió convertirse en monja. Fue elegida abadesa, pero poco después regresó a Roma para pedir la canonización de su madre y obtener la aprobación de la regla de la Orden que había fundado. En los siguientes cinco años Catalina recogió testimonios sobre su madre y se encontró primero con Gregorio XI, luego con Urbano VI. Este último aprobó la regla de la Orden brigidino con una bula el 3 de diciembre de 1378, pero dejó de lado la Causa de canonización de Brígida. Después de entregar toda la documentación necesaria para tal proceso de canonización, Catalina regresó a Vadstena. Murió el 24 de marzo de 1381.

Santo del 24 de marzo

Pastor, obispo y mártir, San Oscar Romero es el símbolo de la defensa de los perseguidos, el hombre bueno que denunció y compartió el dolor de un pueblo crucificado por la pobreza y la injusticia.   Leer todo...
 

Oración del día:

 
"Ó s. Catalina de Suecia, virgen, hija de s. Brígida, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Catalina de Suecia, virgen, hija de s. Brígida y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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