Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

S. Josefina Vannini, virgen

S. Josefina Vannini, virgen - Santo del día 23 de febrero

Santo del 23 de febrero

Fundadora de las Hijas de san Camilo, la Beata Josefina Vannini tardó en realizar su vocación, pero lo hizo de manera extraordinaria: de hecho, en sólo 19 años la familia femenina dedicada al cuidado de los enfermos se consolidará en el mundo. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1994.  
S. Josefina Vannini, virgen

"Cuida de los pobres enfermos con el mismo amor con el que una madre cariñosa cuida de su único hijo enfermo."
La llamada del Señor irrumpió tempranamente en la vida de Judith - este era el nombre de bautismo que sus padres le habían dado -. Responder sí a Jesús le resultará más difícil de lo esperado. De hecho, tendrá que superar diversas tribulaciones antes de poder realizar su sueño: consagrar totalmente su vida a su amado Jesús y a sus queridos enfermos.

El camino de salvación mediante la cruz de Jesús

El Señor Jesús invita continuamente a sus amigos y discípulos para que lo acompañen por el fatigoso camino del don de sí mismos y del servicio desinteresado. (cf. Mt 16,21-27 y Lc 9,23). Esa misma invitación Jesús la dirigió a Judith cuando se quedó huérfana de ambos padres a la edad de cuatro años. Judith aceptará con grande sufrimiento la separación de sus dos hermanitos y vivirá entre los huérfanos del Conservatorio de Torlonia en Roma, dirigido por las Hijas de la Caridad de San Vincenzo de Paul. Este será su primer sí a la invitación de acompañar con amor a Jesús. En el orfanatorio maduró pronto su vocación y entró al noviciado de las Hijas de la Caridad de Siena, pero ese instituto religioso no respondía cabalmente a sus deseos. En efecto, durante su noviciado tuvo que ser trasferida varias veces y luego fue despedida por motivos de salud.

Un encuentro que le cambió su vida

Judith regresó a Roma con su tía, y luego a Nápoles, donde trabajó como maestra de un jardín de niños, pero aún ella siguía muy inquieta e insatisfecha con tal noble ocupación. En 1891 participó en un curso de ejercicios espirituales para jóvenes con las Hermanas de Nuestra Señora del Cenáculo en Roma, donde conoció al padre camiliano Luis Tezza, llamado al último momento para reemplazar al predicador invitado originalmente. El último día Judith se acercó al inesperado predicador y le confió su propia historia. El Padre Tezza, que como Procurador General había recibido la tarea de restaurar las Terciarias Camilianas, comprendió la providencia del plan divino y le sugirió participar en ese proyecto. Judith se tomó un tiempo para reflexionar y luego aceptó: "Aquí estoy a su disposición", dijo, "No soy capaz de nada. Pero confío en la providencia de Dios".

La fatigosa via del nuevo instituto

La nueva comunidad tomó forma con Judith y otras dos jóvenes que el padre Tezza había formado, el 2 de febrero de 1892, con la imposición del escapulario con la cruz roja de san Camilo en una ceremonia que tuvo lugar en la sala transformada en capilla en la que había muerto san Camilo de Lellis. Judith tomó entonces el nombre de María Josefina y tres años más tarde se convirtió en la Superiora General. El nuevo instituto necesitaba, sin embargo, la aprobación definitiva de la autoridad eclesiástica: el Papa León XIII la había rechazado ya dos veces, y luego había impuesto a la nueva familia que abandonara Roma y se transformara en una Pía Asociación. Por si fuera poco, apareció otro terrible obstáculo con la difusión de rumores calumniosos sobre la conducta del padre Tezza, a quien le fue prohibido reunirse con las monjas. Descorazonado y herido por la dolorosa situación, pero siempre en total obediencia, en 1900 el padre Tezza se marchó a Perú y nunca más regresó, dejando a la Madre Josefina sola pero llena de fe en los misteriosos caminos de la providencia divina.

La difusión del carisma de las Hijas de San Camilo

En el momento de la muerte de la Beata Vannini en 1911, las Camilianas ya contaban con 156 religiosas profesas y dieciséis casas religiosas entre Europa y América. El principal legado que la fundadora dejará a sus hermanas será la pura y simple asistencia física y espiritual de los enfermos, ejercida en casa como en los hospitales, leproserías y asilos, en los centros de rehabilitación europeos como en las tierras de misión. Tal como su amado Jesús le había inspirado. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1994.

Santo del 23 de febrero

s. Policarpo, obispo de Esmirna y mártir
Nace en el año 69-70 de padres cristianos. Aprende las enseñanzas de Cristo de los Apóstoles, se convierte en discípulo de Juan. Lo narran Ireneo y Eusebio de Cesarea: "Policarpo no sólo fue educado por los Apóstoles, sino también fue establecido por los Apóstoles como obispo en Esmirna".   Leer todo...Leia tudo...
 

Oración del día:

 
"Ó S. Josefina Vannini, virgen, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de S. Josefina Vannini, virgen y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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