Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

S. Justino de Jacobis, de la Congregación de la Misión, obispo en Abisinia

S. Justino de Jacobis, de la Congregación de la Misión, obispo en Abisinia - Santo del día 31 de julio

Santo del 31 de julio

Conocido como el "padre de la Iglesia de Etiopía", San Giustino de Jacobis se caracteriza por el "mandato misionero", la "preocupación por formar el clero indígena" y la "acción ecuménica", tal y como subrayó Pablo VI en su ceremonia de canonización en 1975.  
S. Justino de Jacobis, de la Congregación de la Misión, obispo en Abisinia

Llamado el "apóstol de Etiopía", Giustino de Jacobis es ante todo un religioso de la Congregación de la Misión, el hombre que "en una región alejada de su tierra natal" se convirtió en "mensajero del Evangelio de Cristo".

Así, Pablo VI traza la figura de este obispo que vivió en 1800, durante la ceremonia de canonización – el 26 de octubre de 1975 – mientras que agrega otras características del Santo conocido como el "padre de la Iglesia de Etiopía": "la correspondencia completa al mandato Misionero", "la constante preocupación por formar clérigos indígenas", "la acción ecuménica".

La vocación

Nacido en San Fele, provincia de Potenza, el 9 de octubre de 1800, todavía siendo niño se muda a Nápoles con su familia. Es aquí donde en 1818 un padre carmelita percibió la vocación del joven Giustino, dirigiéndolo hacia la comunidad de misioneros vicencianos. Se mudó a Apulia el 18 de junio de 1824 y fue ordenado sacerdote en la catedral de Brindisi. En 1836 regresó a Nápoles. Durante una epidemia de cólera, el sacerdote se dedica con todas sus fuerzas a los enfermos de la ciudad.

 

La misión vicenciana

Dos años más tarde, los vicentinos emprendieron una misión en Adua, Etiopía, donde el padre Giustino llegó el 13 de octubre de 1839: asumió la responsabilidad de la región de Tigrè, estableciendo así la primera verdadera misión con el título de Vicariato de Abisinia. Con el tiempo, se le unieron dos hermanos italianos, junto con el monje etíope Ghébré Michael, quien se convirtió al catolicismo y fue proclamado Beato en 1926. Y esta misma conversión la realizaron alrededor de cinco mil indígenas. Para preparar a los sacerdotes locales, Giustino fundó un seminario llamado "Colegio de la Inmaculada". Luego nacen otros centros misioneros en Gondar, Enticciò, Guala. El 8 de enero de 1849 fue ordenado obispo titular de Nilopoli. Después de la persecución del negus Teodoro, tendrá lugar el martirio del primer sacerdote indígena: el abba Ghébré Michael, en 1855, seguido del exilio del obispo de Jacobis y su muerte el 31 de julio de 1860, en Eidale, en Eritrea. 

Santo del 31 de julio

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Oración del día:

 
"Ó S. Justino de Jacobis, de la Congregación de la Misión, obispo en Abisinia, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de S. Justino de Jacobis, de la Congregación de la Misión, obispo en Abisinia y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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