Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. León IV, papa

s. León IV, papa - Santo del día 17 de julio

Santo del 17 de julio

Pastor, diplomático, estratega. En sólo ocho años de arduo pontificado contrastó las invasiones de los sarracenos por mar y por tierra; reconstruyó las ciudades despuès de los incendios y los terremotos e intentó superar la laxitud del clero y los desacuerdos con el emperador. Murió en julio de 855.  
s. León IV, papa

Nacido en Roma pero de origen longobardo, no se conoce su nombre de bautismo aunque, curiosamente, sabemos que su padre se llamaba Ridolfo. León IV fue un hombre de probada pureza e integridad interior. El Papa Gregorio IV lo hizo exclaustrar del monasterio benedictino de San Martino donde era monje y lo encardinó al clero romano. Se convertirá en Papa en 847 por aclamación popular.

Catástrofes naturales y calamidades humanas

En aquel momento la situación en Roma era bastante dramática pues apenas el año anterior las incursiones sarracenas habián sido muy destructivas. Por eso su elección tuvo lugar rápidamente, sin esperar la aprobación imperial. El emperador no se lo tomó a mal pues probablemente se sentía culpable por no haber defendido la ciudad contra los árabes. Por si fuera poco, se presentó otra serie de catástrofes naturales: primero un terremoto que puso a Roma de rodillas (y también derribó una parte del Coliseo), y luego un terrible incendio que devastó la zona de Borgo, y que casi alcanzaba la antigua Basílica de san Pedro. Gracias a la pronta acción y a la oración del pueblo y del Papa, el incendio fue domado. Tal evento fue inmortalizado por Rafael en un fresco conocido como "El incendio de Borgo" que se conserva en los Museos Vaticanos.

El experimento de la Liga Anti-Sarracena

Cuando la amenaza sarracena regresó de nuevo, León IV ya había preparado unas providencias defensivas yendo màs allá de la estrecha relación de interdependencia entre el papado y el imperio. Fué así que logró firmar acuerdos con los soberanos de los ducados vecinos como Amalfi, Gaeta, Nápoles y Sorrento, promoviendo una liga naval (más tarde llamada Liga campana) dirigida por el napolitano Cesario Console, para defender las costas de Campania y del Lazio. La amenaza sarracena se materializó en el verano de 849, cuando en la histórica Batalla de Ostia, los sarracenos fueron derrotados. También esta vez el evento fue inmortalizado por Rafael Sanzio en un fresco con el mismo título, conservado en los Museos vaticanos.

El "restaurador de Roma"

Además de todo esto, las empresas que le valieron a León IV el apelativo de "restaurador de Roma", fueron otras. Aprovechando su propio ascendiente espiritual, pero también el sentimiento de culpa del emperador Lotario, logró obtener de su parte una gran suma de dinero que utilizó para varias restauraciones. La primera y más importante de todas fue la construcción de una muralla más grande que la que construyó Aureliano en su momento y que incluyó la Colina del Vaticano. A esta le siguió la restauración de las basílicas de San Pedro y San Pablo, la fortificación del puerto marítimo de Oporto y la reconstrucción de las antiguas Centumcellae en lo que hoy es Civitavecchia, así como Tarquinia, Orte y Amelia. Pero el "restaurador" no se detuvo allí; también se ocupó de la ayuda directa a la población mas damnificada, con la distribución de alimentos.

Concilios y alrededores

Pero León IV era sobre todo un pastor y como tal dedicó su pontificado a reanimar la debilitada disciplina del clero. Por esta razón dio pié a dos Concilios regionales: el de Pavía en el 850 y el de Roma en el 853; en este último trabajó en particular para reafirmar la pureza de la fe y las costumbres del pueblo. Mientras tanto, con el mismo objetivo, se multiplicaron otros Sínodos en toda Europa: en Maguncia, Limoges, Lyon, París e Inglaterra. Durante esos Concilios, se resolvió también la cuestión disciplinaria ligada a la excomunión de Anastasio, cardenal de san Marcelo con ambiciones de antipapa, quien, sordo a los llamados del Pontífice, había dejado su diócesis y se había establecido en otro lugar.

La relación con los soberanos cristianos

Las relaciones entre León IV y el imperio no eran malas, tanto que el día de Pascua en el 850 Lotario hizo que su hijo Ludovico fuera coronado emperador por León IV. Cinco años más tarde, sin embargo, sucedió algo que comportaba el riesgo de comprometer seriamente la serenidad de la amistosa relación: Daniel, el magister militum del Imperio en Roma, acusó a Graziano, comandante de la milicia muy cercana al Papa, de tramar una peligrosa alianza entre el Papado y el Imperio de Oriente. Fue el propio Ludovico, entonces, quien se precipitó a Roma, donde tuvo lugar la confrontación y donde las acusaciones contra León IV se comprobaron como infundadas. A partir de ese momento muchos soberanos de los reinos cristianos de Europa pedirán ser coronados por el Pontífice, con la intención de obtener así el reconocimiento de su soberanía "por gracia divina".

Santo del 17 de julio

Hermana mayor de los santos Ambrosio y Sátiro, recibió el velo virginal del Papa el día de Navidad del 353. Cuando Ambrosio se convirtió en Obispo de Milán, se trasladó con él como su colaboradora. Vivió en comunidad con algunas compañeras, rezó y cuidó de los pobres hasta su muerte en el año 397.  
Alejo, mendicante, es una figura sobre la que se centran varias leyendas. La más conocida relata que fue siervo en su casa de Roma durante años, sin ser reconocido por los suyos. El Papa Inocencio lo individua e informa a sus padres que llegan a verlo poco antes de que el futuro santo muriera.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. León IV, papa, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. León IV, papa y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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