Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

ss. Zacarías e Isabel, padres de s. Juan Bautista

ss. Zacarías e Isabel, padres de s. Juan Bautista - Santo del día 23 de junio

Santo del 23 de junio

Zacarías era descendiente de la casta sacerdotal mientras que Isabel era pariente lejana de María de Nazareth. Una pareja de ancianos justos que, de repente, reciben la gracia de esperar un hijo: Juan Bautista. Se celebra su memoria el día anterior a la de su hijo, el profeta precursor del Mesías.  
ss. Zacarías e Isabel, padres de s. Juan Bautista

«En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada». (Lc 1, 5-7)

Hoy celebramos otra pareja de padres santos de la cual nos habla la Escritura, después de habernos presentado la pareja de María y José. El Evangelio de Lucas comienza con la historia de estos dos cónyuges que eran justos ante Dios, fieles y cumplidores de la ley, pero que sufrían en su corazón pues no habían podido concebir un hijo, en un contexto cultural y religioso oriental en que la esterilidad provocaba marginación social.

La incredulidad de Zacarías lo enmudece

La historia de Zacarías e Isabel nos enseña que nunca debemos perder la esperanza porque «nada es imposible para Dios». (Lc 1, 37). Zacarías es un sacerdote de la octava clase, la de Abías, uno de los 24 establecidos por David para regular los turnos de servicio semanales en el templo. Se casó con Isabel, también descendiente de una familia sacerdotal, y se estableció en Ain Karen. Son ya ancianos y su matrimonio no había gozado de la bendeción de un heredero, y tal esterilidad se interpretaba no solo como una desgracia sino como una maldición que los emarginaba; sin embargo, su unión es sólida, se aman y su vida es justa. Un día, mientras estaba en el templo, Zacarías recibió un anuncio divino por medio del arcángel Gabriel, que le preanunció el embarazo de su esposa. Zacarías, sin embargo, a pesar de ser un hombre piadoso, no creyó y pidió al mensajero de Dios una prueba. El ángel le reprochó su incredulidad y lo enmudeció, (Lc 1, 11-18), hasta el octavo día después del nacimiento del niño, cuando el niño fue circuncidado: entonces se le abrió de nuevo su lengua para confirmar que su nombre debería ser Juan, como el ángel se lo había anunciado. (Lc 1, 64).

Una pareja estéril del Antiguo testamento hecha fecunda

Cuando el amor y la confianza son verdaderos, crecen y dan fruto con el tiempo: la semilla se convierte en un gran árbol. El evangelista Lucas hace un paralelismo entre esta pareja que ha fatigado para ser tocada por la gracia procreadora de Dios, y la fe total de Marìa que ha creído y concebido sin necesidad de pruebas. De ese modo Lucas muestra cómo Dios puede hacer maravillas en las vidas de aquellos que confían en Él y que esperan confiados el momento de su intervención. Estos dos santos de la antigua alianza nos dan la lección de que solo cuando un corazón cree sin pruebas y ama de verdad, puede experimentar el poder del Señor, no según sus propios planes, sino según la voluntad de Aquel que es siempre soberano y al que hay que abandonarse con una fe incondicional, como la de María.

Llevan en el seno la vida que se convierte en Historia de salvación

El papel de Isabel, por lo tanto, contra cualquier previsión humana, es el de ser la madre de Juan el Bautista; del profeta que deberá preparar el camino a Jesús, el Mesías esperado. Isabel percibe esta gracia dentro de sí misma cuando siente la vida de su hijo que crece en su vientre; esa nueva vida que se estremece en su interior ante la inesperada visita de su prima María, quien también había recibido otro anuncio del mismo ángel al que respondió confiada e inmediatamente con un sí: Ella es la «llena de gracia». (Lc 1, 26-38). Es así que Lucas nos describe en dos escenas de dos anunciaciones el fin del Antiguo testamento y el inicio del Nuevo, mediante el encuentro entre dos mujeres que acogen la novedad de la Historia de la salvación en las dos nuevas vidas generadas por la potencia creadora del poder divino en dos mujeres que, humanamente, eran incapaces de concebir un hijo. (Lc 1, 39-45).

Benedictus

Cuando Zacarías, con el prodigioso nacimiento de su hijo Juan, recupera su voz, finalmente puede alabar a Dios con un cántico análogo al de María, conocido como el Cántico de Zacarías. Himno gozoso en el que bendice y agradece a Dios la manifestación de su poder liberador y redentor: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y liberado a su Pueblo, sucitándonos una fuerza de Salvación en la casa de David, su siervo, según lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas». (Lc 1, 68-70).
Después de este versículo, ya no se dice nada más sobre Zacarías e Isabel en el Evangelio de Lucas, en cambio, la bellísima alabanza de Zacarías se concluye con su profundo agradecimiento a la misericordia de Dios manifestada en su hijo y en la futura llegada del Mesías liberador tan anhelado: «Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su Pueblo la salvación, el perdón de los pecados; por la entrañable misericordiosa de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en las tinieblas y en la sombras de la muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz». (Lc 1, 76-79).

Santo del 23 de junio

S. José Cafasso, sacerdote torinense
Formador "de santos sacerdotes", San José Cafasso, que vivió en Turín a principios del siglo XIX, siempre llevaba el último gesto de misericordia a los prisioneros, especialmente a los condenados a muerte, de los cuales es el protector. Fue también el padre espiritual de Don Bosco.   Leer todo...Leia tudo...
 

Oración del día:

 
"Ó ss. Zacarías e Isabel, padres de s. Juan Bautista, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de ss. Zacarías e Isabel, padres de s. Juan Bautista y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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