Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

Santo del 10 de febrero

Santo del 10 de febrero | Celebrando a Vida dos Santos da Igreja

Conozca la Historia y la Devoción

 

El día 10 de febrero, la Iglesia Católica celebra la vida y el legado de santos y beatos que marcaron la historia de la fe con su ejemplo de amor a Dios y al prójimo. En esta fecha especial, recordamos su trayectoria, milagros y enseñanzas, que continúan inspirando a los fieles en todo el mundo.

Acompáñenos a conocer la historia del Santo del 10 de febrero, descubra sus virtudes y profundice en la espiritualidad cristiana a través de oraciones y reflexiones. ¡Que su testimonio de fe fortalezca nuestro camino diario!

s. Escolástica, virgen, hermana de s. Benedicto

“Pudo más quien más amó”

Escolástica, hermana gemela de San Benito, se consagró al Señor desde la infancia. Vivió a la sombra de su hermano, padre del monaquismo occidental, y fue la primera monja benedictina y fiel intérprete de su Regla monástica.

Nacida en Nursia (Italia) en el año 480, fue alumna dócil de Benito, de quien aprendió tan bien la sabiduría del corazón, que superó a su maestro, según narra San Gregorio Magno en sus Diálogos, único texto que se refiere a la vida de esta santa.

La vocación religiosa siguiendo las huellas del hermano

Escolástica, hija de Eutropio, descendiente de la antigua familia senatorial romana de los Anicii, y de Claudia, que falleció tras dar a luz a los gemelos, fue enviada a Roma junto con su hermano a los 12 años de edad. Ambos quedaron profundamente turbados al ver la vida disoluta que reinaba en la ciudad.

Después de un tiempo, Benito se retiró para vivir como ermitaño. Escolástica quedó como única heredera del patrimonio familiar; pero, manifestando gran despego de los bienes terrenos, pidió a su padre permiso para dedicarse a la vida religiosa, entrando en un monasterio cerca de Nursia, y trasladándose después a Subiaco, en pos de su hermano, que había fundado la Abadía de Montecasino.

Allí, a solo siete kilómetros de distancia, fundó el monasterio de Piumarola, en el que siguió la Regla de San Benito junto a otras monjas, dando así origen a la rama femenina de la Orden Benedictina.

La regla del silencio

Escolástica solía recomendar especialmente la práctica de la regla del silencio, evitando conversaciones con personas ajenas al monasterio, incluso si se trataba de visitantes devotos. Solía repetir: “Callad o hablad de Dios, porque ¿qué es en este mundo tan digno como para hablar sobre ello?” Amaba hablar de Dios sobre todo con su hermano Benito, con el que se reunía una vez al año en una casita a mitad de camino entre los dos monasterios.

El desafío con Benito

Cuenta San Gregorio que en el último de estos encuentros, el 6 de febrero del año 543 –poco antes de su muerte- Escolástica pidió a su hermano que prolongasen su coloquio hasta el día siguiente. Benito se opuso, para no infringir la Regla. Entonces, Escolástica rogó entre lágrimas al Señor que no permitiese partir a su hermano. Enseguida, un inesperado y violento temporal obligó a Benito a quedare, de modo que los dos hermanos pudieron conversar toda la noche.

Sin embargo, la primera reacción de Benito fue de contrariedad: “Dios Omnipotente te perdone, hermana. ¿Qué has hecho?” Escolástica respondió: “Yo he rogado, y Él me ha escuchado. Ahora sal, si puedes; déjame y regresa al monasterio”.

Esta victoria de la hermana no disgustó al hermano, porque precisamente él le había enseñado a dirigirse, ante las dificultades, a Aquel para quien todo es posible.

Destacan en este episodio las dotes femeninas de Escolástica, la dulzura, la constancia y también la audacia para obtener lo que deseaba ardientemente.

Unidos en Dios en vida y en la muerte

Tres días después de este encuentro, Benito recibió la noticia de la muerte de su hermana mediante un signo divino: vio el alma de Escolástica subir al Cielo en forma de paloma blanca. Quiso entonces enterrarla en la tumba que había preparado para sí mismo, y en la que fue sepultado poco después. “Como sus mentes habían estado siempre unidas en Dios, del mismo modo sus cuerpos fueron reunidos en el mismo sepulcro”.

Quien llega hoy –tras quince siglos de historia- a la majestuosa Abadía de Montecasino, puede vivir la emoción de encontrarse ante la tumba de los Santos hermanos que fundaron una fecunda Orden de buscadores de Dios.

Junto a estos tres mártires tenemos a san Ireneo, que también fue asesinado durante las persecuciones de Diocleciano a finales del siglo III y principios del IV. Sepultados en los antiguos cementerios de la Via Labicana, en Roma, Pascual I trasladadó sus restos a la Basílica de santa Práxedes.  

Calendario Litúrgico

10 de febrero: Memoria de Santa Escolástica, virgen

Memorial

Lecturas y Evangelio de hoy

Primera Lectura: Génesis 1, 1-19
Salmo Responsorial: Salmo 103, 1-2a. 5-6. 10 y 12. 24 y 35c
Aclamación antes del Evangelio: Cfr Mateo 4, 23
Evangelio: Marcos 6, 53-56

Color litúrgico: Blanco

Reflexión

  • Cristo lo es todo para nosotros. Si estás oprimido por la injusticia, Él es la justicia; si tienes necesidad de ayuda, Él es la fuerza; si tienes miedo a la muerte, Él es la vida; si deseas el cielo, Él es el camino; si estás en las tinieblas, Él es la luz (San Ambrosio de Milán)

  • Dios, después de haber terminado la creación, no se “retiró”: Él puede obrar aún. Sigue siendo el Creador y, en consecuencia, siempre tiene la posibilidad de “intervenir”. ¡Dios sigue siendo Dios! (Benedicto XVI)

  • Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz. Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión y de curación (…) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.506)

  • 📖 Evangelio de hoy
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