Santo del 21 de octubre
Conozca la Historia y la Devoción
El día 21 de octubre, la Iglesia Católica celebra la vida y el legado de santos y beatos que marcaron la historia de la fe con su ejemplo de amor a Dios y al prójimo. En esta fecha especial, recordamos su trayectoria, milagros y enseñanzas, que continúan inspirando a los fieles en todo el mundo.
Acompáñenos a conocer la historia del Santo del 21 de octubre, descubra sus virtudes y profundice en la espiritualidad cristiana a través de oraciones y reflexiones. ¡Que su testimonio de fe fortalezca nuestro camino diario!
Gaspar nació en Roma en 1786 y sintió el llamado del Señor desde niño. Como sacerdote evangelizó a los pobres, desobedeció a Napoleón y convirtió a los masones y bandidos que infestaban el Estado Pontificio. En 1815, fundó las ramas masculina y femenina de los Misioneros de la Preciosísima Sangre.
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Palestino, de origen pagano, Hilarión estudió en Alejandría y se convirtió al cristianismo. Gracias a s. Antonio Abad, aprendió a amar la soledad contemplativa, la oración y la penitencia. Se retiró como ermitaño a Maiumma donde fundó varios monasterios e hizo conversiones; murió en Pafos en 372.
Bellísima hija de un rey Bretón del siglo IV, Úrsula aceptó casarse con un rey pagano con la condición de que aceptase la fe cristiana. Partió a su futura boda en Colonia con 11 vírgenes - que por un error se transcribieron como 11.000 - pero el encuentro con los Hunos de Atila causó su martirio.
Calendario Litúrgico
21 de octubre: Martes de la XXIX semana del Tiempo ordinario
Lecturas y Evangelio de hoy
Primera lectura :
Romanos 5, 12. 15. 17-19. 20-21
Aclamación antes del Evangelio:
Cfr Lucas 21, 36
Evangelio:
Lucas 12, 35-38
Color litúrgico: Green
Reflexión
Dichoso, pues, aquel a cuya puerta llama Cristo. Nuestra puerta es la fe, la cual, si es resistente, defiende toda la casa (San Ambrosio)
Jesús quiere que nuestra existencia sea trabajosa, que nunca bajemos la guardia, para acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que Dios nos regala (Francisco)
(…) La vigilancia es “guarda del corazón”, y Jesús pide al Padre que nos guarde en su Nombre. El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia (…) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.849)