Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

Evangelio del jueves, 4 de septiembre de 2025

Calendario Litúrgico del jueves, 4 de septiembre de 2025

Jueves de la XXII semana del tiempo ordinario

Lecturas y Evangelio de hoy

Primera lectura : Colosenses 1, 9-14
Salmo Responsorial: Salmo 97, 2-3ab.3cd-4. 5-6
Aclamación antes del Evangelio: Mateo 4, 19
Evangelio: Lucas 5, 1-11

Color litúrgico: Verde

jueves, 4 de septiembre de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión

Primera lectura

Colosenses 1, 9-14

Hermanos: Desde que recibimos noticias de ustedes, no hemos dejado de pedir incesantemente a Dios que los haga llegar a conocer con plenitud su voluntad, por medio de la perfecta sabiduría y del conocimiento espiritual. Así ustedes vivirán según el Señor se merece, le agradarán en todo, darán fruto con toda clase de buenas obras y crecerán en el conocimiento de Dios. Fortalecidos en todo aspecto por el poder que irradia de él, podrán resistir y perseverar en todo con alegría y constancia, y dar gracias a Dios Padre,
el cual nos ha hecho capaces de participar
en la herencia de su pueblo santo,
en el reino de la luz.
El nos ha liberado del poder de las tinieblas
y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado,
por cuya sangre recibimos la redención,
esto es, el perdón de los pecados.

Salmo Responsorial

Salmo 97, 2-3ab.3cd-4. 5-6

R. (2a) El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.
El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.
La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.
Cantemos al Señor al son del arpa,
suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines,
al Señor, nuestro rey.
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.

Aclamación antes del Evangelio

Mateo 4, 19

R. Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor,
y yo los haré pescadores de hombres.
R. Aleluya.

Evangelio

Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: "Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar". Simón replicó: "Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes". Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: "¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!" Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres". Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.

 

Reflexión

  • La mejor pesca es sin duda aquella con la que el Señor gratificó al discípulo, cuando le enseñó a pescar hombres, como se pescan peces en el agua (Clemente de Alejandría)

  • Quien confiesa a Jesús sabe que no puede creer con tibieza, sino que tiene que correr el riesgo de ir mar adentro, renovando cada día el don de sí mismo (Francisco)

  • (…) Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es ‘enviada’ al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. ‘La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado’ (Concilio Vaticano II) (…) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 863)

  • Santo del día

    s. Bonifacio I, papa
    Bonifacio fue elegido papa en 418 en un cónclave sumamente complicado. Posteriormente, sus detractores eligieron a Eulalio como antipapa. Bonifacio tuvo la habilidad de hacer retractar a Eulalio y luego lo nombró obispo. Así recuperó el lastimado prestigio de la Iglesia de Roma. Murió en el 422.  
    Único santo fundador y patrón de un Estado, Marino llegó a Rimini desde Dalmacia en el año 257 para trabajar como cantero. Para escapar de la persecución anticristiana se refugió en el Monte Titano donde fundó su comunidad junto con s. León. Fue ordenado diácono y murió como ermitaño en el año 366.  
    Patrona de Palermo, Rosalía nació alrededor del 1125. De familia noble, abandona la corte para dedicarse a una vida de ermitaña. Muere a los 35 años, pero su popularidad es enorme cuando, durante la peste de 1624/25, sus restos, llevados en procesión por la ciudad, sanaron a los enfermos.  
    s. Moisés, legislador y profeta
    Salvado de las aguas del Nilo y educado por el Faraón en el siglo XIV A.C., Dios lo envió a liberar al pueblo de Israel. Tambièn por medio de Moisés Dios dio a los judíos la Ley y los acompañó hacia la conquista de la Tierra Prometida. Su vida y su obra se narra en cuatro libros del Pentateuco.   Leia tudo...

    Versículo del Día

    "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)
    📖 Evangelio de hoy
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