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s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates

s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates - Santo del día 19 de junio

Santo del 19 de junio

En la Florencia dividida en Güelfos y Gibelinos, Juliana Falconieri es una chica de la rica burguesía que decide servir a los pobres y rezar por la paz de su ciudad. Funda las Siervas de María, más conocidas como "Manteladas". Una enfermedad le impide comer, pero la última comunión es milagrosa.  
s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates

Juliana tenía un talento indiscutible. Era hermosa. Una de esas mujeres que pueden hacer que los hombres pierdan la cabeza, sin importar la época. Esa en la que Juliana vive es la Edad Media y su ciudad es la Florencia de Dante Alighieri, que es contemporánea. Una ciudad en la que, mientras se desarrolla la amarga lucha entre los Güelfos y los Gibelinos - choque vértice entre la tiara y la corona - una fuerza que burbujea desde abajo se está extendiendo cada vez más, y tiene ganas de traficar con su genio emprendedor. Juliana es parte de esto porque el apellido es Falconieri y los Falconieri en Florencia a finales del siglo XIII eran una familia rica de mercaderes.

La niña con el manto

Pero no sólo el dinero vive en el Palacio Falconieri. Les envuelve una riqueza inmaterial y poderosa, la fe cristiana, que ya ha llevado a una descendencia de la familia a despojar todo y consagrarse a Dios. Alessio Falconieri, uno de los siete fundadores de los Siervos de María, es el hermano del padre de Juliana y ella se queda fascinada por la elección de vida del tío, tan alejada de los esquemas de una familia comprometida en hacer dinero. La niña crece despreocupada de su belleza, por la que conquista propuestas de matrimonio que rechaza con gracia oportuna. Juliana se siente atraída por la vida religiosa y frente a la apariencia de moda de las mujeres florentinas, prefiere el abrigo oscuro ancho del tipo que usa su tío. La misma vestimenta que pronto comienzan a llevar otras chicas de la rica burguesía que siguen a Juliana, más inclinadas, como ella, a servir a los pobres que a ser reverenciadas por ellos.

Amor en la Florencia que odia

Las "Manteladas", la cambian de nombre: para la Iglesia se convierten en la rama femenina de los Siervos de María. Mujeres de contemplación de rodillas, de caridad continúa en las calles. Que los miércoles y viernes de cada semana no tocan comida y los sábados están satisfechas con pan y agua. Florencia aprende a conocerlas, sembradoras de armonía en la red de venganzas cruzadas que ensangrienta la ciudad de Giglio. Los sacrificios de las "Manteladas” son como la única ofrenda para el final de esta era de odio. Juliana, en comparación con sus compañeras, tiene algo más que ofrecer. Hace tiempo que comenzó a sufrir con el estómago. Dolores punzantes, de esos que desgarran el temperamento más firme. Poco a poco, la chica del manto, a estas alturas ya mujer y guía durante décadas de su convento, ni siquiera es capaz de tragar ese poquito de comida que le sirve para sustentarse.

La "marca" morada

Así, el 19 de junio de 1341 parece el eje de una historia absurda. A esa mujer de Dios, a punto de apagarse, se le niega la posibilidad de recibir la Eucaristía por miedo a que no pueda tragarse la hostia consagrada. Juliana pide que se la coloque en su pecho, como solía hacer con los enfermos en el momento en que el sacerdote acompañaba el gesto con la oración. Pero, se dice, que algo increíble sucede con Juliana. La hostia desaparece. Juliana respira y, al recomponer el cuerpo, las monjas descubren una gran mancha púrpura al nivel del corazón del tamaño de la hostia, como si ésta se hubiera impreso en su cuerpo. Aún hoy, las "Manteladas" llevan en su hábito religioso esta marca en memoria de la última prodigiosa comunión de su fundadora. Clemente XII la canoniza en 1737.

Santo del 19 de junio

s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses
Originario de Ravena, Romualdo, al inicio era monje y luego se conviritó en ermitaño. Viajó por Italia fundando varios monasterios. El más conocido es el de Camaldoli, en Casentino, donde los monjes viven según la regla benedictina ligeramente modificada, que todavía es muy importante hoy en día.   Leer todo...Leia tudo...
Poco o nada se sabe de las vidas de estos dos mártires cristianos asesinados entre los siglos III y IV. Es cierto que San Ambrosio encontró sus restos en 386, durante la construcción de la nueva basílica que ahora lleva su nombre, donde descansan en la cripta, junto a la tumba del obispo.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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