Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses

s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses - Santo del día 19 de junio

Santo del 19 de junio

Originario de Ravena, Romualdo, al inicio era monje y luego se conviritó en ermitaño. Viajó por Italia fundando varios monasterios. El más conocido es el de Camaldoli, en Casentino, donde los monjes viven según la regla benedictina ligeramente modificada, que todavía es muy importante hoy en día.  
s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses

Viajero incansable, el monje Romualdo predica más con hechos que con palabras, recorriendo a lo largo y a lo ancho la península italiana. Muchos encuentros en su vida: todos lo buscan y quieren hablar con el "Santo Abad". Recibe a todos muy afablemente, aunque su mayor deseo era siempre el de recogerse en el silencio de la oración. Llevó a cabo muchos proyectos y solo uno le faltó: el de guiar expediciones misioneras para evangelizar el norte de Europa, que entre los siglos X y XI todavía eran muy difíciles de llevar a cabo.

Su vocación: "Una lengua silenciada y una vida predicante"

Romualdo nació en 952 en una familia noble de Ravena. Maduró su vocación a la vida monástica después de un sangriento enfrentamiento familiar. De hecho, él y su padre entraron en el monasterio de San Apolinar en Clase. Como monje vivió una vida de estricta penitencia, meditación y oración, pero debido a sus nobles orígenes era llamado de todas partes a cubrir encargos eclesiásticos y políticos. En Venecia se puso bajo la guía espiritual del ermitaño Marino, y allí conoció a uno de los monjes reformadores más importantes del siglo X: el abad Guarino. Lo siguió hasta Cataluña, donde permaneció diez años y donde completó su formación.

En busca de la soledad

Al regreso a Ravena en 988, Romualdo renunció oficialmente al cargo de abad y comenzó a viajar. La primera etapa fue Verghereto, cerca de Forlì, donde fundó un monasterio en honor de San Miguel Arcángel, pero debido a la frecuente necesidad de corregir la disciplina y la moralidad de los monjes, se vio obligado a viajar de nuevo. En 1001 volvió al monasterio de San Apolinar en Clase, donde se convirtió en abad, pero esa no era la vida que realmente quería, así que después de un año abandonó tal camino y se refugió en Montecasino. Durante un período vivió en una cueva, luego fundó una ermita en Sitria, Umbría, y permaneció allí durante siete años. Todos los monasterios y cenobios que fundó eran pequeños, pues estaba convencido de que en las estructuras demasiado grandes se perdiera el silencio necesario para el recogimiento.

Camaldoli, sólo una "etapa"

Durante sus peregrinaciones, Romualdo llegó al Casentino en 1012. Allí conoció al conde Maldolo de Arezzo, dueño de una casa y un bosque en el lugar que se llamaba "Camaldoli" (nombre en razón del conde Maldolo). Fascinado por la figura de este anacoreta, el conde le regaló sus propiedades y de ese modo providencial, Romualdo estableció un hospicio y construyó una ermita para los religiosos contemplativos, a los que dio una regla similar a la benedictina. Sin embargo, volvió a trasladarase de nuevo y se dirigió a la region llamada "Le Marche". Allí fundó un monasterio en la Val di Castro donde se reservó una pequeña celda donde murió el 19 de junio de 1027. Incluso despues de muerto siguió viajando pues sus reliquias fueron llevadas primero a Jesi y luego a Fabriano, en la iglesia camaldulense de San Biagio. Fue canonizado por Clemente VIII en 1595.

Santo del 19 de junio

s. Juliana Falconieri, virgen, fundadora de las Mantellates
En la Florencia dividida en Güelfos y Gibelinos, Juliana Falconieri es una chica de la rica burguesía que decide servir a los pobres y rezar por la paz de su ciudad. Funda las Siervas de María, más conocidas como "Manteladas". Una enfermedad le impide comer, pero la última comunión es milagrosa.   Leer todo...Leia tudo...
Poco o nada se sabe de las vidas de estos dos mártires cristianos asesinados entre los siglos III y IV. Es cierto que San Ambrosio encontró sus restos en 386, durante la construcción de la nueva basílica que ahora lleva su nombre, donde descansan en la cripta, junto a la tumba del obispo.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Romualdo, abad, fundador de los Camaldolenses y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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