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S. Luisa de Marillac, confundadora de las Hijas de la Caridad

S. Luisa de Marillac, confundadora de las Hijas de la Caridad - Santo del día 09 de mayo

Santo del 09 de mayo

S. Luisa de Marillac nació en Francia a finales del siglo XVI. Fue esposa fiel y madre ejemplar. Cuando enviudó dedicó su vida a la caridad y al servicio de los pobres. En 1633 fundó, junto con s. Vicente de Paúl, la Compañía de las "Hijas de la Caridad". La Iglesia la recuerda el 9 de Mayo.  
S. Luisa de Marillac, confundadora de las Hijas de la Caridad

De muchos "no" a un solo "sí"

La vida de santa Luisa de Marillac puede encerrarse simbólicamente en este camino. "No" porque fue hija natural de un noble francés y, por ser ilegítima, no tenía derecho a títulos nobiliarios; "no" porque aspiraba a una vida consagrada desde joven, pero su petición de entrar en el convento fue rechazada; "no" porque no se casó por libre elección de amor, sino por convención. Y sin embargo, fueron todos estos "no" los que dieron lugar, en el alma de Luisa, a un "sí" lleno de verdadera convicción y de fuerza, un "sí" revolucionario para la época: el de la caridad femenina activa en el mundo, cercana a los pobres y necesitados, ya no encerrada en claustros y conventos.

La llamada vocacional

Nacida en Francia en 1591 de Luigi de Marillac, señor de Ferrières y consejero del Parlamento, la pequeña Luisa nunca conocerá a su verdadera madre. En 1595, su padre se casó en un segundo matrimonio y la niña, de sólo 4 años, fue confiada a las Hermanas Dominicas del Convento de Poissy, donde encontró un ambiente de amor y recibió una buena educación, no sólo humanística, sino también espiritual. De hecho, cuando alcanzó la mayoría de edad, Luisa sintió la llamada vocacional y pidió poder abrazar la vida monástica. Su petición, sin embargo, fue rechazada, debido a que su estado de salud era muy endeble.

El matrimonio impuesto

La elección del novio, que fue en realidad impuesta por las convenciones sociales de la época, recayó en Antonio Le Gras, secretario de la familia Medici. La boda se celebró en 1613, Luisa tenía sólo 22 años y poco después se convirtió en la madre del pequeño Miguel. A este punto, la joven madre Luisa sintió una profunda crisis en su corazón: la vida matrimonial no era su verdadera vocación y sufrió terriblemente. A pesar de ello, como esposa fiel y madre ejemplar, se dedicó a la familia con abnegación y espíritu de sacrificio. A pesar de haber cuidado siempre con gran atención a su marido, un día fue sorprendido por una grave enfermedad que lo llevaría a la tumba en 1626.

El encuentro iluminante con Vicente de Paúl

El día de Pentecostés de 1623, mientras la futura viuda estaba recogida en oración, Luisa tuvo una especie de clara iluminación: "Comprendí -escribió- que se acercaba el momento en que sí estaría en condiciones de hacer los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Comprendí que tendría que transferirme a otro lugar para poder ayudar a mi prójimo". Al año siguiente, la futura santa conoció a quienes le permitirían poner en práctica su espíritu de ardiente caridad y su entrega total al amor de Dios que la impulsaba: Luisa conoció a Vicente de Paúl. A partir de ese momento, esta "pareja de Dios" permaneció indisolublemente unida por una bella amistad y en nombre del apostolado y del servicio a los últimos , a los excluidos y a los marginados.

El nacimiento de las Hijas de la Caridad

Vicente, un sacerdote dinámico y creativo, organizó en París y en los pueblos de alrededor las "Cofradías de la Caridad", compuestas por voluntarias generosas deseosas de ayudar a los más necesitados. Y Vicente confía estas jóvenes voluntarias precisamente a Luisa, para que fueran formadas y acompañadas por ella en todo lo que se refiriese a los servicios materiales y espirituales de los cuales tenían tanta necesidad. Luisa dice "sí" a este proyecto innovador y el 29 de noviembre de 1633 las "Hijas de la Caridad" cobran vida oficialmente, es decir, religiosas consagradas sin clausura, pero que - en palabras de Vicente - "tienen por monasterio las casas de los enfermos, por celda una habitación de alquiler, por capilla la iglesia parroquial, por claustro las calles de la ciudad". Y que tuvieron también por maestra y ejemplo a Luisa de Marillac, quien se dedicó totalmente a la misión de hacer experimentar a estas jóvenes que servir a los pobres era lo mismo que servir a Cristo, porque los pobres y Cristo eran la misma realidad.

Servicio humilde y compasivo

El estilo de las "Hijas de la Caridad" será, por lo tanto, el de un servicio humilde, cordial y compasivo. Un servicio que llegará a todas partes: con sus mochilas llenas de comida, ropa y medicinas sobre los hombros, las jóvenes caritativas van a las calles de París, a los suburbios, hospitales, prisiones, campos de batalla y escuelas donde los pequeños aprenden no sólo a escribir y hacer cuentas, sino también a conocer y amar a Dios.

"No tengáis ojos ni corazón sino para los pobres."

Por otra parte, Luisa nunca escatimó esfuerzos: en cada gesto, en cada oración, ponía tanta devoción que Vicente de Paúl exclamó: "¡Sólo Dios sabe qué fuerza de ánimo tenga! Pero los años pasaron y las fuerzas de Marillac, que de por sí ya eran precarias, se fueron extinguiendo. A principios de 1660, Luisa advirtió que el fin estaba cerca, pero aún así no dejó de animar a sus Hijas: "No tengáis ojos ni corazón sino para los pobres", recomendó. Su corazón, agotado por la fatiga, dejó de latir el 15 de marzo de 1660. Sin embargo, su obra apostólica no se detuvo y en la actualidad la Compañía de las "Hijas de la Caridad" cuenta con unas 3.000 casas y más de 27.000 hermanas en los cinco continentes.

Patrona de las obras sociales

Beatificada por Benedicto XV el 9 de mayo de 1920 y canonizada por Pío XI el 11 de marzo de 1934, Luisa de Marillac fue proclamada por Juan XXIII "Patrona de las obras sociales" el 10 de febrero de 1960. Sus restos descansan en la capilla de la Casa Madre de las "Hijas de la Caridad" en París, y una monumental estatua en su memoria se conserva en la Basílica de san Pedro.

Santo del 09 de mayo

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Oración del día:

 
"Ó S. Luisa de Marillac, confundadora de las Hijas de la Caridad, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de S. Luisa de Marillac, confundadora de las Hijas de la Caridad y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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