Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Nicolás de la Flüe, patrón de Suiza

s. Nicolás de la Flüe, patrón de Suiza - Santo del día 21 de marzo

Santo del 21 de marzo

Casado y padre de 10 hijos, en 1467, a la edad de 50 años, Nicolás coronó su sueño de convertirse en ermitaño. Durante el resto de su vida vivió en una cueva, alimentándose sólo de la Eucaristía y sirviendo a la paz de su patria. Fue canonizado por Pío XII, que lo proclamó patrón de Suiza.  
s. Nicolás de la Flüe, patrón de Suiza

"Oh, mi Señor y mi Dios,
aparta de mí todo lo que me aleje de ti.
Oh, mi Señor y mi Dios,
dame todo lo que me acerque a ti.
Oh, mi Señor y mi Dios,
líbrame de mí mismo y concédeme que te posea sólo a ti".

Nicolás nació en el seno de una familia de agricultores en el pequeño pueblo de Flüe, en la región de Obwalden, en lo que entonces era la Confederación de los Ocho cantones de Suiza Central. Aunque fue analfabeto por toda su vida, es considerado uno de los más grandes místicos de la Iglesia universal. Desde muy joven apareció en su corazón una llamada muy particular, una vocación especial. Sin embargo, entre 1440 y 1444 se tuvo que alistar como un soldado que más tarde llegó a ser un oficial y combatió en las guerras que los confederados declararon a los Habsburgo; luego regresó, se casó con Dorotea y tuvieron diez hijos.

En el desierto en medio a los suyos

Habían pasado 20 años y en Nicolás la voz de Dios no se había extinguido en absoluto, todo lo contrario. Él describía esa voz como "la lima que purifica y el aguijón que estimula". Al final el Señor le concedió las tres gracias que le había pedido: la aprobación de su esposa e hijos para convertirse en ermitaño, la gracia de no tener nunca la tentación de desistir, y el milagro constante de vivir sin beber ni comer. A pesar de que su hijo recién nacido sólo tenía unas pocas semanas, Nicolás finalmente dejó su hogar con el objetivo de retirarse a la vida monástica entre las comunidades de Alsacia con las que entró en contacto. Era el año 1467 y para la Confederación Helvética fue un período delicado, una encrucijada como lo era en las rutas comerciales de Europa; también fue el año en que el Cisma de Occidente llegó a su fin. Sin embargo, Nicolás no fue más allá de Liestal, en el cantón de Basilea, para instalarse al final no lejos de su casa, en un lugar escarpado llamado Ranft, donde se construyó una pobrísima celda de tablones, que más tarde fue completada por los lugareños con una capilla. Durante 20 años la gente lo encontraría allí, vestido con indumentos ásperos, descalzo, con el rosario en la mano, alimentándose sólo de Jesús en la Eucaristía. Pero no siempre se quedará en tal soledad.

"Si tengo humildad y fe, no puedo equivocarme"

Su modo de vida despiertó la curiosidad de los habitantes. Muchos se le acercaron para hablar con él, para pedirle consejo o para escuchar las explicaciones de cuestiones religiosas, o incluso para espiarlo. Lo llamaron Bruder Klaus: era el Hermano Klaus que hablaba de manera sencilla, sin un lenguaje erudito, porque su conocimiento de Dios salía de su experiencia vivida y de su corazón. A pesar de su sed de soledad, acogía a todos y difundía el mensaje de la paz, que no era la paz del mundo sino aquella paz predicada por Jesús en el Evangelio: "En todo vale más la misericordia que la justicia", decía. Nicolás dejó su refugio muy pocas veces, y siempre por una buena causa. En 1481, por ejemplo, necesitaban que fuera el intermediario para evitar una guerra fratricida en el país: por su contribución a la Dieta de Stans se le recuerda hoy como "Padre de la Patria". De nuevo, en 1482 fue llamado para resolver la disputa entre Constanza y la Confederación en relación con el ejercicio del derecho en Thurgau y esta otra vez también fue capaz de restaurar la paz. Murió en su celda en su 70 cumpleaños en 1487. Fue canonizado por Pío XII en 1947.

 

Oración del día:

 
"Ó s. Nicolás de la Flüe, patrón de Suiza, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Nicolás de la Flüe, patrón de Suiza y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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