Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Sofronio, obispo de Jerusalén

Santo del 11 de marzo

Obispo de Jerusalén desde 634, s. Sofronio combatió la herejía monotelista que Sergio, Patriarca de Constantinopla sostenía, afirmando que Cristo tenía solo una voluntad, la divina y no dos, la divina y la humana. Sufrió el asedio de los árabes y obtuvo la libertad de culto para los cristianos.  

Santo del 11 de marzo

Eulogio, el más notable de los "mártires de Córdoba", vivió durante la dominación árabe. Como no soportaba la tibieza de los cristianos, se propuso defender la fe en Cristo contrastando abiertamente Mahoma y el Corán. Nombrado obispo de Toledo, no pudo ser consagrado porque murió decapitado en 859.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. Sofronio, obispo de Jerusalén, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Sofronio, obispo de Jerusalén y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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