Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

s. Susana, romana, en la Iglesia homónima

s. Susana, romana, en la Iglesia homónima - Santo del día 11 de agosto

Santo del 11 de agosto

Se consagró a Cristo, rechazó casarse con el hijo adoptivo del emperador Diocleciano. Por tal motivo, Santa Susana fue condenada a muerte y decapitada en su casa, que después fue lugar de culto. Los restos podrían estar en la iglesia actual dedicada a ella en el centro de Roma.  
s. Susana, romana, en la Iglesia homónima

La historia de Santa Susana se conoció por lo que se sabía de ella por la Passio de su martirio ocurrido en el siglo VI, enriquecida con notas legendarias. No se sabe cuándo nació; probablemente es originaria de la Dalmacia, vivió en Roma en el siglo III. Era de noble familia, pariente del emperador Diocleciano, Susana era hija del presbítero Gabinio (en esa época los presbíteros eran los ancianos que cuidaban la comunidad cristiana), hermano del obispo Cayo (que fue luego Papa, del 283 al 296) y de Claudio y Máximo, funcionarios imperiales. Joven culta y de rara belleza, Susana se consagra a Dios con la oferta de su virginidad. Rechaza la propuesta de Diocleciano de casarse con el hijo adoptivo, Gaio GalerioValerio Maximiano.

El ejemplo de Susana convierte a los tíos Claudio y Máximo

El tío Claudio, que tenía el encargo de decir la propuesta de matrimonio, permaneció asombrado de lo decidida que era la joven que quiso saber más de su credo. Se convierte y con él su esposa, los hijos y los siervos, y dona sus bienes a los pobres. Al no recibir una respuesta, el emperador le pide al hermano de Claudio, Máximo, si podía averiguar que pasó. Supo de la decisión de Susana, que quiso renunciar al matrimonio, y junto a Claudio, discute este problema con Gabinio y Cayo. Y los cuatro concuerdan de no forzar a la joven a casarse y tras haber encontrado la sobrina, también Máximo abraza el cristianismo.

Decapitada en su casa

Al saber del rechazo de Susana y de la conversión de sus dos funcionarios, Diocleciano, furioso, arresta la joven y sus familiares. Bajo interrogatorio, ninguno de ellos abjura a la fe cristiana. De manera que se ordena la ejecución. Claudio y Máximo son quemados vivos, Gabinio sufre el suplicio y Susana fue decapitada en su casa el 11 de agosto del 294. La esposa del emperador Diocleciano, Serena, también ella cristiana, conservó la sangre de Susana, como reliquia, y organizó las exequias. El Papa Cayo, cuya demora estaba al lado de la de Gabinio, celebró una misa en el lugar del martirio al día después y establece que Susana sea recordada y venerada en su habitación. Es allí donde se desarrolla el culto a Santa Susana y se construye una iglesia, que en el siglo IV se le conoce como “ad duas domos” (“en las dos casas”, indicando las dos habitaciones de Gabinio y Cayo, padre y tío de la mártir). Los restos de Susana, que fueron sepultados en el cementerio de San Alejandro, en la vía Nomentana, fueron trasladados posteriormente a la iglesia dedicada a ella, que ha sido modificada muchas veces y hoy se le conoce como la iglesia de Santa Susana en las Termas de Diocleciano. Aquí según las fuentes del 1500, había una lápida del siglo V, que se perdió, en donde se leía: “Olim Presbyteri Gabini Filia Felix / Hic Susanna Iacet In Pace Patri Sociata” (Era una hija feliz del presbítero Gabinio / Aquí yace Susana en la paz del Señor).

Santo del 11 de agosto

s. Clara de Asís, virgen, fundadora de las Clarisas
El 11 de agosto la Iglesia recuerda a Santa Clara de Asís, vírgen del siglo XIII, fundadora de las Clarisas. Cuando tenía 18 años, no obstante la objeción de la familia, siguió a Francisco abandonando las riquezas y dedicándose totalmente a la oración. Es la patrona de la televisión.   Leer todo...Leia tudo...
En los itinerarios del siglo VII se narra que Tiburcio fue uno de los primeros mártires cristianos. Su tumba se halla en el cementerio de Duas Lauros en la Vía Labicana de Roma. El Papa San Dámaso alabó su martirio. Parte de sus restos se conserva en el altar mayor de la iglesia de San Apolinar.  
 

Oración del día:

 
"Ó s. Susana, romana, en la Iglesia homónima, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de s. Susana, romana, en la Iglesia homónima y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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