Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

ss. Andrés Dũng Lạc, sacerdote, y Compañeros, mártires

ss. Andrés Dũng Lạc, sacerdote, y Compañeros, mártires - Santo del día 24 de noviembre

Santo del 24 de noviembre

Confiado a un catequista de una familia muy pobre, Tran fue bautizado con el nombre de Andrés y creció muy cristianamente. Ordenado sacerdote obtuvo muchas conversiones, pero el gobierno de Vietnam era hostil a los cristianos: encarcelado tres veces, se negó a apostatar y sufrió el martirio en 1839.  
ss. Andrés Dũng Lạc, sacerdote, y Compañeros, mártires

El cristianismo en Vietnam llegó a principios del siglo XVI gracias al padre Alejandro Rhodes, un jesuita francés considerado como el Apóstol de la joven Iglesia asiática todavía dividida en las tres regiones de Tonkín, Annam y Cochinchina. Sin embargo, ya en 1645 fue expulsado y desde entonces y durante los siglos siguientes la situación para los cristianos del país fue siempre muy difícil debido a la sucesión de olas de persecución que se alternaban con breves períodos de paz.

"Tran, yo te bautizo con el nombre de Andrés"

Tran An Dung nació en Bac Ninh en 1795 en una familia tan pobre que para asegurar su supervivencia se vieron obligados a confiarlo al cuidado de un catequista católico. Educado en la fe y bautizado con el nombre de Andrés, el futuro mártir fue ordenado sacerdote en 1823. Se convirtió en pastor asistente en Dong-Chuoi, y se destacó por su estilo sencillo y cordial, por su asistencia activa a los pobres y por su sobriedad en todas las cosas. En 1833, después de haber terminado de celebrar la Eucaristía, los guardias imperiales lo arrestaron por primera vez. Rescatado con el pago de una fuerte suma de dinero recolectada de los fieles, decidió cambiar su nombre de Dung a Lac para ser menos notado y se aventuró en las provincias más peligrosas de Hanoi y Nam-Dihn para evangelizar a esas poblaciones.

Encarcelamiento y martirio

A finales de 1839 Andrés fue arrestado por tercera vez junto con su hermano Pedro. Entonces empezó a entender que su vocación era el martirio: el Señor le pedía que ofreciera su vida por la salvación de sus hermanos y que lo acompañara en el don total y confiado al Padre sobre la Cruz, como hizo Jesús. Así que pidió a su obispo que no pagara el rescate por su liberación. Durante su traslado a la prisión de Hanoi, muchos fieles lo acompañaban llorando pero él los animaba a todos, exhortándoles a que continuasen viviendo de acuerdo a las enseñanzas del evangelio y de la Iglesia. En la nueva prisión, se le pidió a los dos sacerdotes que abjuraran y pisotearan a Jesús en la cruz. En respuesta, se arrodillaron y lo besaron. Para ellos, por lo tanto, la sentencia sólo podía ser de muerte, que se llevó a cabo por decapitación el 21 de diciembre, a las afueras de la ciudad, en la puerta de Cau-Giay.

Vietnam bautizado en la sangre de miles de mártires

De 1645 a 1886, se emitieron 53 edictos contra los cristianos en Vietnam, que llevaron a martirizar hasta 113.000 creyentes. Ante la firmeza de tantísimos mártires de la fe, la feroz monarquía vietnamita finalmente cedió a sus crueldades, contentándose con imponer sólo la dispersión y la confiscación de los bienes del creciente número de convertidos a la fe cristiana. El primer grupo de 64 mártires fue beatificado por León XIII en 1900. Pío X le siguió, beatificando a otros tres grupos, incluyendo a los dominicos: dos en 1906 y otro en 1909. Finalmente, Pío XII beatificó a un quinto grupo en 1951. Finalmente, con un decreto de 1986, la Iglesia unió todos estos grupos distintos en uno solo compuesto por 117 mártires -incluidos sacerdotes, religiosos y laicos- que fueron canonizados por Juan Pablo II en 1990. A la cabeza de este numeroso grupo está San Andrés Dung-Lac, que es probablemente la figura más conocida. De estos 117, 96 son de nacionalidad vietnamita; entre los demás hay 11 españoles pertenecientes a la Orden de Predicadores y 10 franceses de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París.

Santo del 24 de noviembre

s. Crisógono, mártir de Aquileia
No es muy claro si el soldado Crisógono haya sido también sacerdote y obispo, lo cierto es que fue martirizado durante la persecución del emperador Diocleciano en Aquilea, cerca de Trieste, en el año 303. La veneración por este mártir se extendió rápidamente de forma universal ya en el siglo IV.   Leer todo...Leia tudo...
 

Oración del día:

 
"Ó ss. Andrés Dũng Lạc, sacerdote, y Compañeros, mártires, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de ss. Andrés Dũng Lạc, sacerdote, y Compañeros, mártires y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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