Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

ss. Carlos Lwanga y Compañeros, mártires de Uganda

ss. Carlos Lwanga y Compañeros, mártires de Uganda - Santo del día 03 de junio

Santo del 03 de junio

Entre los mártires católicos y anglicanos más famosos de Uganda, están San Carlos Lwanga y sus compañeros. Murieron "en odio a la fe", como víctimas de la persecución anticristiana de finales del siglo XIX. La Iglesia los recuerda el día en que fueron quemados vivos en la colina de Namugongo.  
ss. Carlos Lwanga y Compañeros, mártires de Uganda

"Te tomaré de la mano. Si debemos morir por Jesús, moriremos juntos, tomados juntos de la mano": estas son las últimas palabras pronunciadas por Carlos Lwanga y dirigidas al joven Kizito, que murió con él cuando tenía sólo 14 años, en el odio a la fe. Un martirio compartido con otros compañeros, tanto católicos como anglicanos, afectados duramente por las persecuciones contra los cristianos que tuvieron lugar en Uganda a finales de 1800.

El encuentro con los "Padres Blancos" y la conversión al cristianismo

Su historia tiene lugar bajo el reinado de Mwanga II, rey de Buganda (que ahora forma parte de Uganda), entre noviembre de 1885 y mediados de 1886. Carlos, al inicio practica las creencias del clan Ngabi, pero luego se siente muy atraído por las palabras del Evangelio pronunciadas y atestiguadas por los Misioneros de África, más conocidos como los "Padres Blancos", fundados por el cardenal Lavigerie. De ese modo, el joven Lwanga se convirtió al cristianismo y, en 1885, fue llamado a la corte como Prefecto del Salón Real. Desde el principio, se convirtió en un punto de referencia para otros, especialmente para los recién convertidos, cuya fe apoyó y alentó.

El comienzo de las persecuciones

Inicialmente, el Rey Mwanga - hombre de caráter terco y rebelde que incluso habìa frecuentado la escuela de los "Padres Blancos" - acogió con benevolencia a Carlos. Sin embargo, instigado por los hechiceros locales que vieron su poder comprometido por la fuerza del Evangelio, el rey comenzó una verdadera persecución contra los cristianos, sobre todo porque no cedieron a su disoluta voluntad. El 25 de mayo de 1886, Carlos Lwanga fue condenado a muerte, junto con otros. Al día siguiente, comenzaron las primeras ejecuciones.

Un "Via Crucis" de ocho días de duración

Para aumentar el sufrimiento de los condenados, el soberano decide trasladarlos del Palacio Real de Munyonyo a Namugongo, lugar de ejecuciones: 27 millas separan ambos lugares, 27 millas que se convierten en un verdadero "Vía Crucis". A lo largo del camino, Carlos y sus compañeros son objeto de violencia por parte de los soldados del rey que intentan, por todos los medios, hacerlos abjurar. En ocho días de caminata, muchos mueren atravesados por lanzas, colgados e incluso clavados a los árboles.

Quemados vivos en la colina de Namugongo

El 3 de junio, los sobrevivientes llegaron exhaustos a la colina de Namugongo, donde fueron quemados en la hoguera. Carlos Lwanga y sus compañeros, junto con algunos fieles anglicanos, son quemados vivos. Rezan hasta el final, sin quejarse, dando una prueba luminosa de su fecunda fe. Uno de ellos, Bruno Ssrerunkuma, diría, antes de morir: "Un manantial que tiene muchas fuentes nunca se secará. Y cuando nos hayamos ido, otros vendrán en nuestro lugar".

Canonizado por Pablo VI en 1964

En 1920, Benedicto XV los proclamó beatos. Catorce años después, en 1934, Pío XI nombró a Carlos Lwanga "Patrón de la juventud del África cristiana". Pablo VI canonizó a todo el grupo el 18 de octubre de 1964, durante el Concilio Vaticano II. Será también el Papa Montini, quien irá a Uganda en 1969, para consagrar el altar mayor del Santuario de Namugongo, construido en el lugar de su martirio. La forma de la iglesia que se levanta hoy en día evoca la tradicional choza africana y descansa sobre 22 pilares que representan a los 22 mártires católicos.

Papa Francisco: "Testigos del ecumenismo de la sangre"

El 28 de noviembre de 2015, durante su undécimo viaje apostólico a Uganda, el Papa Francisco celebró una misa en el mismo santuario después de visitar la cercana iglesia anglicana, también dedicada a los mártires del país. En su homilía, el Papa dijo: «Hoy, recordamos con gratitud el sacrificio de los mártires ugandeses, cuyo testimonio de amor por Cristo y su Iglesia ha alcanzado precisamente los extremos confines de la tierra», y añadió: «Recordamos también a los mártires anglicanos, su muerte por Cristo testimonia el ecumenismo de la sangre. Todos estos testigos han cultivado el don del Espíritu Santo en sus vidas y han dado libremente testimonio del poder transformante de su fe en Jesucristo».

Santo del 03 de junio

Nacida en Lyon en 474, se casó con Clodoveo, rey de los francos. El soberano era pagano, pero le permitió bautizar a sus cinco hijos, que pelearán por la sucesión a su muerte. Clotilde se retiró a Tour, la ciudad de San Martín, donde trabajó con denuedo en obras de caridad y oración por sus hijos.  
 

Oración del día:

 
"Ó ss. Carlos Lwanga y Compañeros, mártires de Uganda, humilde siervo de Dios, que encontraste en la soledad y la oración la verdadera paz, intercede por nosotros ante el Señor. Ayúdanos a buscar la unidad y la fortaleza espiritual en medio de las tribulaciones, y guíanos con tu sabiduría hasta el corazón de la Santísima Trinidad. Amén."
 
Que en este día podamos reflexionar sobre la vida de ss. Carlos Lwanga y Compañeros, mártires de Uganda y encontrar inspiración en su entrega total a Dios, especialmente en tiempos difíciles.
 

El Santo del Día: La Importancia de la Santidad Cotidiana

Cada día, la Iglesia Católica conmemora la vida de uno o más santos, recordando sus virtudes y su testimonio de fe. La tradición del "Santo del Día" nos permite conocer a quienes dedicaron su existencia a Dios, sirviendo con amor y devoción a la humanidad.
 

¿Quiénes son los santos?

Los santos fueron hombres y mujeres que, en su caminar por este mundo, se esforzaron por seguir fielmente las enseñanzas de Cristo. Algunos sufrieron el martirio por su fe, mientras que otros dedicaron sus vidas a la oración, la caridad y la evangelización. La Iglesia los reconoce como santos tras un proceso en el que se confirman sus virtudes y los milagros atribuidos a su intercesión.
 

La celebración del Santo del Día

Cada santo tiene un día especial de conmemoración, generalmente en la fecha de su fallecimiento, visto como el momento de su encuentro definitivo con Dios. Esta práctica nos invita a conocer más sobre sus vidas y a dejarnos inspirar por su testimonio de santidad.
 

Un propósito espiritual

Celebrar el Santo del Día no es solo un recordatorio histórico, sino también un llamado a la reflexión y a la oración. A través de su intercesión, podemos pedir fuerza y aliento para afrontar los desafíos diarios con más fe y esperanza.
 
Conocer la vida de los santos y celebrar su legado es una manera hermosa de fortalecer nuestra fe y encontrar modelos concretos de vida cristiana. Cada uno de ellos nos deja una enseñanza sobre perseverancia, amor al prójimo y entrega total a Dios. Que sus historias nos animen a vivir con más devoción y propósito, siguiendo el camino de Cristo en nuestro día a día.
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