Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

Santo del 4 de enero

Santo del 4 de enero | Celebrando a Vida dos Santos da Igreja

Conozca la Historia y la Devoción

 

El día 4 de enero, la Iglesia Católica celebra la vida y el legado de santos y beatos que marcaron la historia de la fe con su ejemplo de amor a Dios y al prójimo. En esta fecha especial, recordamos su trayectoria, milagros y enseñanzas, que continúan inspirando a los fieles en todo el mundo.

Acompáñenos a conocer la historia del Santo del 4 de enero, descubra sus virtudes y profundice en la espiritualidad cristiana a través de oraciones y reflexiones. ¡Que su testimonio de fe fortalezca nuestro camino diario!

s. Angela de Foligno, religiosa franciscana

“Mi lugar está en el mundo”. Esta convicción acompañó siempre la existencia de Ángela de Foligno: desde los años juveniles caracterizados por una conducta de vida mundana y por una aparente indiferencia hacia Dios, hasta aquellos sucesivos de la madurez espiritual cuando comprendió que para mejor servir y asemejar al Señor estaba llamada a vivir la santidad en lo concreto de la cotidianeidad. Nacida en Foligno el 4 de enero de 1248 de una familia acaudalada, pronto queda huérfana de padre y recibe de la madre una educación superficial que la lleva a consumir su juventud lejana de la fe. Bella, inteligente, apasionada, desposa un personaje notable de Foligno con quien tiene diversos hijos.

La conversión y el temor del inferno

La frivolidad y despreocupación de la juventud fueron alteradas en el lapso de pocos años por una serie de eventos: el violento terremoto de 1279, un huracán impetuoso y luego la larga guerra contra Perugia llevan a Ángela a interrogarse sobre la precariedad de la vida y a advertir el temor del infierno. Nació en ella el deseo de acercarse al sacramento de la penitencia, pero – cuentan las crónicas –  “la vergüenza le impidió realizar una confesión completa y por esto se quedó en el tormento”.  En oración obtiene de san Francisco de Asís la aseguración que dentro de poco habría conocido la misericordia de Dios.

El encuentro con el amor misericordioso de Dios

Ángela regresó al confesionario y esta vez se reconcilió totalmente con el Señor. A la edad de 37 años, no obstante la hostilidad de sus familiares, tuvo inicio la conversión en el signo de la penitencia y de la renuncia a las cosas, a los afectos, a sí misma. Después de la muerte cercana y prematura de su madre, del marido y de sus hijos vendió todos sus bienes distribuyendo lo recaudado entre los pobres.  Dirigiéndose en peregrinación a Asís tras las huellas del Pobrecillo, en 1291 ingresa a la Tercera Orden de San Francisco, confiándose a la dirección espiritual de fray Arnaldo, conciudadano y consanguíneo, que luego se volvió su biógrafo, autor del célebre “Memorial”.  En este texto las etapas de la vocación de Ángela y sus constantes éxtasis y experiencias místicas, culminadas en la inhabitación en el alma de la Santísima Trinidad, están sub divididas en treinta “pasos”.   “He visto una cosa plena, – contaba al confesor a propósito de la visión del Dios Trino –   una majestad inmensa, que no sé decir, me parecía que era todo bien. (…) Después de su partida, comenzaba a gritar fuerte (…) Amor no conocido ¿por qué me dejas?”. El juvenil temor de la damnación dejó rápidamente lugar a la conciencia de no poderse salvar por los propios méritos, sino, con ánimo arrepentido, solo a través del infinito amor misericordioso de Dios.

Asidua en la oración y en la ternura hacia los últimos

A la constante dimensión orante, explicada de manera especial en la adoración eucarística y en la oración, Ángela siempre agregó la actividad caritativa al lado de los últimos, asistiendo con ternura a los leprosos y a los enfermos, en los cuales veía al Cristo Crucificado. Conocida ya en vida como Magistra Theologorum, promovió una teología basada sobre la Palabra de Dios, sobre la obediencia a la Iglesia y sobre la experiencia directa de lo divino en sus manifestaciones más íntimas.

Fecunda en su maternidad espiritual

Involucrada con pasión en las controversias que laceraban el orden franciscano, Ángela atrajo alrededor de su persona a un cenáculo de hijos espirituales que veían en ella a una guía y a una verdadera maestra de fe: por este motivo su figura encarna uno de los modelos del genio femenino en la Iglesia.  Ya antes de su muerte, el 4 de enero de 1309, le viene atribuido por el pueblo, en manera no oficial, el título de santa. El 9 de octubre de 2013 el Papa Francisco cumplió lo ya iniciado por sus predecesores canonizando a Ángela de Foligno por equivalencia.

s. Isabel Ana Bayley viuda de Seton, H.C., fundadora de las Hermanas de la Caridad de s. José

Dama de la alta sociedad

Elizabeth Ann Bayley nació en una próspera familia protestante de Nueva York en 1774, en medio de la revolución americana. Pronto aprendió que la prosperidad material no puede llenar el corazón. Tras la muerte de su madre, su padre volvió a casarse, pero después de algún tiempo el nuevo matrimonio se separó. Isabel y su hermana fueron rechazadas por su madrastra, y enviadas a vivir con su tío. La niña quedó profundamente herida por este rechazo.
En 1794, Elizabeth se casó con el mercante William Seton, que comerciaba, entre otros, con el italiano Filippo Filicchi. La nueva pareja se instaló en una residencia a la moda en Wall Street, de acuerdo con su destacada posición en la sociedad neoyorquina y en la iglesia Episcopaliana. Los Seton tuvieron cinco hijos.
En 1801, la compañía de William tuvo que declararse en bancarrota. El matrimonio perdió su casa, y la crisis agravó la tuberculosis que William sufría desde hacía algún tiempo. Con la esperanza de que un clima cálido pudiera ser de ayuda para el enfermo, la pareja y su hija mayor viajaron a Italia. Sin embargo, William murió poco después de su llegada, y Elizabeth quedó viuda a los 29 años. El sufrimiento abrió el corazón de esta mujer aún joven, que comenzó a buscar respuestas a tientas en la oscuridad que la rodeaba.


“Si busco a Dios en la simplicidad de mi corazón…”

La familia de Filippo Filicchi se conmovió ante esta mujer que acababa de llegar a su país y se había quedado viuda en tierra extranjera. Así, invitaron a Elizabeth a vivir con ellos por un tiempo. Viéndola afligida, le hablaron del consuelo que su fe católica les daba en los momentos de sufrimiento. Elizabeth se interesó por esa fe y comenzó a hacer preguntas: ¿Qué creían los católicos sobre la Eucaristía? ¿Y sobre la Misa? ¿Y acerca de la Madre de Dios, que parecía ser para ellos una madre cercana y tierna? ¿Realmente existe una sucesión ininterrumpida entre la Iglesia actual y los apóstoles? Su corazón y su mente estaban agitados, pero la agitación pronto cedió el paso a la paz. Cuando regresó a Nueva York, en 1804, ya había tomado una decisión. En 1805 entró en la Iglesia Católica.


“…seguramente lo encontraré”

Sin embargo, esta decisión tuvo un costo. Su familia no la aprobó. Asimismo, Elizabeth había fundado una pequeña escuela para señoritas con el fin de mantener a sus hijos, pero cuando se extendió la voz de que se había convertido al catolicismo, los padres retiraron a sus hijas.
Esta madre sola con cinco hijos no hubiera sabido qué hacer a no ser por el Señor, cuya voluntad ella buscaba en todo lo que le sucedía. En 1906, conoció al P. Louis Dubourg, de la Compañía de los Padres de San Sulpicio. La Compañía había estado valorando la posibilidad de crear una congregación de religiosas americanas, sobre el modelo de las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paul, para que ayudasen en la educación de los niños en la pequeña pero creciente comunidad católica.
Tras numerosas dificultades, Elizabeth aceptó la invitación de los Padres de san Sulpicio y se trasladó a Emmitsburg, en Maryland, donde estableció una escuela dedicada a la educación de las niñas católicas, la Academia de San José. Ese mismo año, estableció una comunidad religiosa, la primera congregación religiosa femenina fundada en los Estados Unidos. A partir de entonces, Elizabeth, que había tomado los votos, fue conocida como “Madre Seton”. Las Hermanas de la Caridad de San José abrieron una escuela católica gratuita para niñas pobres que marcó el inicio de la educación católica en el nuevo país.
La escuela fue seguida por un orfanato y por otras numerosas obras de formación religiosa, educativa y cultural para los pobres. La Madre Seton fue la Superiora de las Hermanas hasta su muerte, a los 46 años. Había buscado a Dios en la simplicidad de su corazón, como ella decía. Él la encontró y la atrajo al servicio de su Iglesia. Sus últimas palabras a sus hermanas, el 4 de enero de 1821, fueron: “Sed hijas de la Iglesia, sed hijas de la Iglesia”.
Elizabeth Ann Seton fue canonizada en 1975, convirtiéndose en la primera persona nacida en los Estados Unidos en ser declarada santa.

Calendario Litúrgico

4 de enero: Memoria de Santa Isabel Ana Seton, religiosa

Lecturas y Evangelio de hoy

Primera lectura: 1 Juan 3, 7-10 
Salmo Responsorial: Salmo 97, 1. 7-8. 9 
Aclamación antes del Evangelio: Hebreos 1, 1-2 
Evangelio: Juan 1, 35-42 

Color litúrgico: Blanco

Reflexión

  • ¡Qué hermoso día pasaron! ¡Qué hermosa noche! Edifiquemos asimismo nosotros en nuestro corazón, y hagamos una casa digna, adonde venga el Señor y nos instruya (San Agustín)

  • Tres vocaciones en un hombre: preparar, discernir, dejar crecer al Señor y disminuir él mismo. Un cristiano no se anuncia a sí mismo, anuncia a otro: al Señor. Y un cristiano debe ser un hombre que sepa humillarse para que el Señor crezca en el alma de los demás (Francisco)

  • El tema de Cristo esposo de la Iglesia fue preparado por los profetas y anunciado por Juan Bautista. El Señor se designó a sí mismo como ‘el Esposo’ (Mc 2,19). El apóstol presenta a la Iglesia y a cada fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa “desposada” con Cristo Señor para ‘no ser con Él más que un solo Espíritu’ (…) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 796)

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